lunes, octubre 13, 2014

Templo del Pocito


   En las faldas del cerro del Tepeyac brotó un manantial. La gente lo consideró desde siempre una señal inequívoca del lugar exacto en donde Juan Diego había hablado con la Virgen. La fama corrió como el agua: pronto se convirtió en un foco de infecciones pues la gente bebía y se lavaba heridas en el mismo sitio.

   Para contrarrestar este problema se le cubrió con una techumbre que al paso de los años resultó insuficiente. Por ello, el arquitecto Francisco de Guerrero y Torres levantó una iglesia alrededor del pozo años más tarde. Todas las obras fueron realizadas sin que nadie, albañiles o ayudantes, cobraran un peso por su trabajo, terminado en 1791. El sello particular de esta pequeña capilla, joya arquitectónica del estilo barroco, es su forma, pues es la única de base circular, o céntrica, que, levantada en aquella época, se conserva en nuestro país. Esta característica permite que el visitante perciba el espacio poco a poco, como si éste se escondiera. 

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